La sostenibilidad está de moda. Todos los destinos anhelan ser sostenibles y tiene sentido, porque las tendencias que se manifestaban antes de la pandemia, de nuevos viajeros mayoritariamente centennials que comenzaban a demandar experiencias que evidenciaran que los recursos que se dejaban en el lugar tenían un impacto positivo moviendo la economía local, tras el golpe Covid-19, se convirtió en una exigencia de base a la hora de hablar de ventajas competitivas en el marco de una sobre - oferta feroz de opciones para viajar.
Ser periodista turística tiene ventajas, porque mientras recorro los destinos me muevo medio invisible (tomo fotos, pregunto, entro en cada lugar que puedo y me aventuro, y siempre es bien recibido) y puedo constatar cómo en el caso de lo sostenible, hay un universo de iniciativas que dicen serlo, así como hay también proyectos liderados por equipos consultores que llevan a los lugares más alejados de las urbes, modelos y fórmulas para que los territorios se sumen a la sosteniblidad y así generar oportunidades de negocios a través del turismo.
Pero, y he aquí el propósito de lo que comparto contigo en esta reflexión, si está de moda ser sostenible y tiene objetivamente ventajas, ¿por qué cuando se intervienen y asesoran destinos emergentes, luego de que el financiamiento o el proyecto terminan, la magia acaba y lo que se avanzó desaparece?
Pues, lo que he recabado en mi labor de investigación y recorridos que afortunadamente he podido vivir, me da esta respuesta:
Porque si no es lo que la comunidad quiere de verdad, si no se resguardan, rescatan y respetan la identidad, las tradiciones, lo sacro del lugar y si no se empodera a la comunidad, con seguridad, lo que se haga morirá en el corto plazo.
Se debe construir junto con las personas, las familias y los actores focales del territorio. Es un trabajo de larga data, donde se construyen confianzas, se comparten miradas.
Una gobernanza público privada, un equipo consultor, un proyecto de diversificación, un plan de capacitación. No es asistencialismo; es co - crear y apoyar para fortalecer habilidades humanas y empoderar; con el diseño de políticas públicas que apoyen el proceso y den garantías con las condiciones para que luego que el trabajo quede en manos de la comunidad pueda hacerse de manera autónoma y sea viable.
Desde la práctica de la comunicación turística, hay una responsabilidad importante. Porque los comunicadores independiente de la especialidad que tengamos (Por ejemplo, un periodista y un publicista se complementan. No hacen lo mismo) somos el puente para unir los mundos.
Todo necesita una comunicación efectiva que lleve a un lenguaje sencillo, oportuno y adecuado para esa comunidad específica, los elementos de juicio para que en un contexto que valora, respeta e integra la mirada y la vocación de la comunidad del destino, se tejan las bases, la estructura y la ejecución de la propuesta de valor y la autenticidad del lugar.
Una metodología de desarrollo endógeno es un camino que en lo personal aplaudo por su buen efecto para lograr estos procesos.
Hay ejemplos de éxito que partieron como acciones de diversificación para la demanda interna y que hoy, son premiados y seguidos como experiencias inspiradoras: el modelo de las Posadas Turísticas de Paraguay; el caso de la Feria de las Flores en Medellín, Colombia y el Pueblo Mágico del Tequila en México, son buenos ejemplos que te recomiendo para que investigues y puedas conocer cómo lo hicieron y por qué lo hicieron como lo hicieron.
Seguro te entusiasmarás porque sus historias de trabajo y transformación son maravillosas y seductoras. Y porque funcionan.
Disfruta estos videos sobre los ejemplos que te cuento. Porque #comunicareslaclavesiempre